Sobre el canal
Christian no tiene estudios superiores y no fue a la univerdad. De hecho, justo el año en que terminaba COU y todos sus colegas del instituto se preparaban para la temida selectividad, decidió no presentarse a los examenes de selectivo y abandonar el “sueño” de ser biólogo. Mientras que todo su círculo de profesores, amigos y compañeros le decían que estaba loco, él decidió cursar dos años de estudios (FP) y lanzarse a montar su propia empresa. ¡Y qué buena decisión!
Desde el año 2002 creó una empresa siendo co-fundador de la misma. Los principios no fueron fáciles. De hecho, fueron desastrosos. No se conseguían las ventas que se querían y tampoco nuevos clientes. Tras varios meses de estudiar (a veces noches enteras sin dormir – literalmente) todo lo que olía a marketing y ventas, decidió poner en práctica lo que aprendía de aquellos libros y cursos. Llegó a la siguiente conclusión: Si Sé Vender Una Cosa Muy Bien, Puedo Vender Lo Que Yo Quiera. (Y realmente es así. Si conoces los patrones de comportamiento cuando compramos lo que compramos y por qué compramos lo que compramos y lo fusionas con un marketing efectivo, entonces puedes vender lo que quieras).
Alfonso siempre ha sido una persona inquieta que le gustaba investigar y experimentar. El problema de estas dos virtudes es que no le dejaban claro qué hacer con su vida. Decidió estudiar el Bachillerato de Ciencias puras para tener todas las opciones posibles, y al final después de muchas vueltas entre sus tres pasiones ser piloto de aerolíneas , informático o maestro. Comenzó con la ingeniería informática, y aunque le gustaba mucho, veía que no le llenaba del todo, así que decidió dejarla e ir a por su otra pasión la de ser maestro.
El caso es que durante todo ese tránsito, se dio cuenta de otra verdadera pasión de la cuál no era consciente. El poder del habla y de la convicción. Disfrutaba ayudando a la gente, haciéndola entender, razonar. Y ahí surgió una idea, por qué no utilizar eso para dedicarme al mundo de las Ventas, Negocios y el Marketing, y ofrecer a las personas productos o servicios que realmente necesiten.
Así que lo siguiente que hizo fue ponerse a prueba, se puso en contacto con una empresa que se dedicaba a poner los típicos “stand” en los Centros Comerciales para ofrecerte tarjetas de crédito, ¿te suena?
Y lo que ocurrió, fue la chispa para convencerle de que ese era su fuerte: en tan sólo 1 semana consiguió hacer casi 100 tarjetas de crédito. Teniendo en cuenta que había que parar a la gente de lo que estaba haciendo, pedirle que te escuchara, que te dieran su DNI para fotocopiarlo y te firmaran un contrato; pensó que no era una mala cifra.
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